---

Desarrollo aquí, parafraseando a Adorno, una educación para la desinterpretación del mundo, es decir, la apariencia de la confusión mostrada a través de la confusión de la apariencia. Lo hago a través de mi brega por identificarme, ya que creo en mi literatura como otros en sus dioses; escribo como otros encienden una vela en acción de gracias. Sé que unos y otros navegamos perdidamente en la oscuridad de nuestros seres. Como se ve, marcho prudentemente hacia el ocaso ensayando unas pocas se¤as, y si mi estado fuese mediodía, tampoco por ello se transformará el curso del tiempo. Ahora que el arte perdió sus connotaciones catárticas, sus afectos sofocadores, su luz sobre las precariedades más extremas, estamos los artistas condenados a la peor intimidad, la más duradera, la que la posteridad exige: el encuentro con un hombre es la traducción de los desencuentros más íntimos.

---